Periodismo poético sobre Turkmenistán
El Protector
En ese país de Asia Central se prohibió la pandemia de Covid-19. (Por Pedro Jorge Solans)Por Pedro Jorge Solans
(Escritor y periodista)
El virus estuvo prohibido en Turkmenistán. Su ingreso fue negado
y todas las aduanas aéreas, marítimas y terrestres estuvieron en alerta máxima.
El Protector se adelantó y por la vía del decreto lo deportó
por pedante y portación de misterios de los poderosos
que someten a los pueblos del mundo.
El virus no fue bien visto en el territorio incluido el infierno.
Su nombre desapareció de los documentos informativos,
de los hospitales y de las escuelas.
En tanto, las hierbas del protector
Kurbanguly Berdymukhamedov
curaban el aire en Asjabad,
y los enfermos sanaban de palabra o de silencio.
En días inciertos del veinte veinte,
la yuzarlik ascendió a los altares de los precios.
La hierba típica de la región encabezó la receta oficial
y no tuvo techo en su ambición.
Curaba antes que se enfermaran los turkmenos,
y curaba enfermedades del futuro también.
Era todopoderosa, infinita y divina ante las dolencias,
y deseada como nunca por los creyentes
y no creyentes.
El Protector había ordenado beberla en ayunas
para aumentar la resistencia,
y los alumnos eran esperados en las escuelas
con una taza de infusión de yuzarlik,
y los empleados públicos y los soldados
antes de ver el amanecer tenían en sus manos
su taza humeante
y los elegidos del pueblo elegido acopiaban hierbas
para casos graves.
No obstante, Asjabad tenía frío,
pero Kurbanguly la cubría de bálsamo
y expulsaba los males occidentales
infiltrados por el maligno,
y, ordenó la detención
y aplicación de la pena capital
para cualquier peste foránea
que estuviera dentro del territorio turkmeno,
y que quisiera beneficiarse con las dádivas
del terrón bendito en gas y petróleo.
La protección de Kurbanguly se notó en los edificios
de mármol blanco
construidos para que Asjabad vuelva bella, reluciente y distinguida
como en los tiempos inmemorables,
y vuelva a emerger como la reina de Asia
entre las ruinas de la Ruta de la Seda.
Kurbanguly levantó las manos para que su bendición llegara
hasta los límites de su jardín, excluyendo el desierto
como lo hizo su antecesor
antes que los geólogos rusos golpearan las puertas
del infierno en busca de petróleo y de gas natural,
antes que el fuego les abriera el pozo de Darvazá para mostrar sus dientes.
Asjabad se alejó de Karakum,
la protección no llegaba al infierno
y las hierbas medicinales de Kurbanguly no crecían en el desierto.
II
El pozo de Darvazá quedó a la intemperie,
la tierra se tragó el campamento completo de los rusos,
descubridores de la cueva subterránea de gases naturales,
naturalmente peligrosos,
tan peligrosos
como quienes tocaron la cola al Diablo,
y el Diablo se dio vuelta y del susto los rusos escaparon
convencidos que su éxodo extinguiría el fuego en pocos días;
sin embargo, el infierno está vigente con un espectáculo impresionante,
dantesco.
Se lo divisa a 400° de temperatura,
y pese a la huida
siguen las tiendas y los campamentos
de turistas pluriculturales,
de aventureros místicos
de creyentes de los fuegos místicos
y se aproximan hasta donde más pueden
para echar demonios,
escupir víboras,
lanzar arañas
y arrojar cucarachas
para que crujan por siempre.
Y los que echaron
escupieron,
lanzaron
arrojaron
y cayeron también,
arrastrados por lo que fueron.
III
Después de los intentos fallidos por apagar el fuego,
el Protector prometió someterlo al maligno
con una ciudad húmeda
floreciente, blanca, bellísima
con altura artística,
que pueda tener hambre, pero no sea fea,
que tenga un puente iluminado que atraviese la dicotomía
crear o plagiar,
que dance entre cráteres y balnearios,
y lleve el mar hasta el desierto
y el desierto hasta el mar Caspio.